Periodismo romántico, objetivo, sensible, ético y combativo (OPINION)

 

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Osvaldo Santana y Saúl Pimentel

Por FEDERICO PINALES

El periodismo que se ejerció desde la caída de la tiranía trujillista, hasta mediados de los años 80s., época en que para un informador público de vocación, resultaba más placentero ver ó escuchar su obra publicada, que la paga que recibía por su trabajo.

Ese era el caso de los periodistas de provincias y de los articulistas de fondo que colaboraban en algunos medios nacionales con vocación “democrática”.

Una gran mayoría de esos héroes de la pluma y el micrófono, no sólo no recibíamos salarios, teníamos que cubrir todos los gastos en que incurríamos para obtener las noticias y hacerlas llegar hasta los medios que representamos. Nótese que me incluyo en este párrafo, porque figuré dentro de ese grupo de víctimas que solo cobrábamos 8 y 15 centavos por pulgada cuadrada publicada y 2.00 la fotografía. Poniendo nosotros las cámaras, los rollos, el revelado y el transporte para hacerlas llegar hasta los medios.

Federico Pinales
EL AUTOR es periodista. Reside en Estados Unidos.

Cuando esas notas salían publicadas e incomodaban a algunos de los personeros del régimen de los 12 años de Joaquín Balaguer, éramos víctimas de persecución, atropellos, encarcelaciones y a veces hasta desapariciones.

En el caso de los que ejercían en la capital, como reporteros y redactores de plantas, y que a su vez servían como receptores de las notas que llegaban de las provincias, aunque recibían salarios y otros beneficios laborales, tenían un sello y un código ético no escrito, que servía de marco de referencia y de ejemplo a los periodistas de provincias decentes, no comprometidos con los regímenes políticos que nos gobernaron en esos años.

La mayoría de esos periodistas han desaparecido, unos asesinatos y otros por muerte natural.

Dentro de los vivos se cuentan algunos que se superaron a tal grado, que tras subir peldaño a peldaño y sin comprometer delicadamente sus reputaciones bien ganadas, llegaron a ser directores y dueños de medios de mucho prestigio.

Entre esas figuras se encuentran dos amigos, a quienes admiro y respeto por la forma como se han manejado a lo largo de sus carreras, y a quienes las nuevas generaciones deben tomar como ejemplo de superación y decencia.

Me refiero a Osvaldo Santana y a Saul Pimentel, mi compueblano y ex-compañero de trabajo en Radio Clarín.

Las luminarias de aquellos tiempos, integradas por las primeras promociones de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, fueron nuestras inspiraciones y nuestros guías, en los campos éticos, morales y gremiales; ya que encabezaron el grupo de gestores y promotores, primero del Sindicato Nacional de Periodistas Profesionales(SNPP) y luego del Colegio Dominicano de Periodistas, (CDP)

La mayoría de los mártires de la prensa, víctimas de la intolerancia política de los regímenes de los 12 años de Balaguer, fueron miembros del SNPP, organización de la cual Osvaldo Santana y yo llegamos a ocupar la Secretaría General.

El, a principios de la década de los 80 y yo a mediados, justo en 1985.

Osvaldo Santana alcanzó el máximo galardón que otorgan el gobierno y el CDP.

No pierdo la esperanza de algún día ver a Saúl Pimentel recibiendo también ese ya ganado galardón, para orgullo de San Cristóbal, como lo fue el de Osvaldo para Tamayo y Neiba.

Con esos premios me sentiría más que satisfecho, porque aparte de beneficiar a dos viejos amigos y a mi región, se reivindicaría el esfuerzo, la superación y más que todo, al viejo periodismo romántico, ético, objetivo y de vocación.


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